Mi Cata empezó este año el
colegio, pensé que iba a demorarse más en adaptarse a una estructura más
grande, con niños y jóvenes de todos los tamaños, ella va a 4 años y hay desde
los 3 años.
Las primeras semanas no me
contaba nada pero sabía que le gustaba porque se levantaba sin problemas y
quería ir al colegio, han pasado ya 9 semanas y ahora me conversa de sus
compañeros, de los profesores, de las tareas y para subirme aún más el
orgullo y el amor que tengo su primera libreta esta excelente.
Entonces, cual es el
problema, el problema es que en la casa ella no quiere hacer trabajos,
colorear, dibujar, armar rompecabezas, coger como se debe el lápiz, ni siquiera
juega con plastilinas o masitas. Y la pregunta que me hice fue, como
tiene 99% de notas A en su libreta si en la casa no hace trabajos o los hace
mal.
En la reunión le cuento a
la profesora y me indica que es una niña inteligente, segura y bondadosa; hace rápido y bien sus trabajos, ayuda a sus
compañeros, mantiene limpio y ordenado su espacio, bla, bla, bla, escucho y pienso que está hablando de
cualquier otro niño, le cuento que en casa es totalmente diferente y me dice
que deje de preocuparme que muchos niños son asi, en la casa muy opuestos a lo que
son en el colegio.
De regreso, me pongo a
meditar y claro, es verdad, muchas de mis amigas ya me han contado lo mismo,
los chicos en el colegio se comportan diferente que en casa y recuerdo que
alguna de ellas me conto que mientras en el colegio estén bien no había
problema.
En casa se divierten, se
relajan y se siente libres, en el colegio deben demostrar que son buenos,
tienen competencia, deben hacer bien las cosas porque la maestra les dice “muy
bien fulanita, excelente, te pongo una estrellita” y ellos o muy pocos son los que tienen esa
estrellita y eso los hace sentir magníficos.
En la casa, más si son hijos únicos, no tiene que demostrarle nada a
nadie, ellos saben que son los mejores para sus padres, que van a tener todas las estrellitas que deseen, que no van a pelear la mirada o la
atención con nadie, saben que tienen a sus papas pendientes de ellos.
Cómo desde tan pequeños
nos damos cuenta, dónde y con quién portarnos bien o mal, ser más amables o más
caprichosos, cómo nuestro cerebro puede diferenciar esas cosas ya a las 4 años
y convertirnos en unos pequeños pero irresistiblemente manipuladores.
Espero que para el segundo
bimestre las cosas sigan igual porque yo ya no me peleo con Cata en casa para que pinte sin salirse de los márgenes o dibuje mejor o use las piezas del
rompecabezas como platos de comida para sus ponys la casa será su eterno
recreo.