martes, 17 de junio de 2014

Primeras semanas de Colegio

Mi Cata empezó este año el colegio, pensé que iba a demorarse más en adaptarse a una estructura más grande, con niños y jóvenes de todos los tamaños, ella va a 4 años y hay desde los 3 años.

Las primeras semanas no me contaba nada pero sabía que le gustaba porque se levantaba sin problemas y quería ir al colegio, han pasado ya 9 semanas y ahora me conversa de sus compañeros,  de los profesores, de las tareas y para subirme aún más el orgullo y el amor que tengo su primera libreta esta excelente.

Entonces, cual es el problema, el problema es que en la casa ella no quiere hacer trabajos, colorear, dibujar, armar rompecabezas, coger como se debe el lápiz, ni siquiera juega con plastilinas o masitas.  Y la pregunta que me hice fue, como tiene 99% de notas A en su libreta si en la casa no hace trabajos o los hace mal.

En la reunión le cuento a la profesora y me indica que es una niña inteligente, segura y bondadosa;  hace rápido y bien sus trabajos, ayuda a sus compañeros, mantiene limpio y ordenado su espacio, bla, bla, bla,  escucho y pienso que está hablando de cualquier otro niño, le cuento que en casa es totalmente diferente y me dice que deje de preocuparme que muchos niños son asi, en la casa muy opuestos a lo que son en el colegio.

De regreso, me pongo a meditar y claro, es verdad, muchas de mis amigas ya me han contado lo mismo, los chicos en el colegio se comportan diferente que en casa y recuerdo que alguna de ellas me conto que mientras en el colegio estén bien no había problema.

En casa se divierten, se relajan y se siente libres, en el colegio deben demostrar que son buenos, tienen competencia, deben hacer bien las cosas porque la maestra les dice “muy bien fulanita, excelente, te pongo una estrellita”  y ellos o muy pocos son los que tienen esa estrellita y eso los hace sentir magníficos.  En la casa, más si son hijos únicos, no tiene que demostrarle nada a nadie, ellos saben que son los mejores para sus padres, que van a tener todas las estrellitas que deseen, que no van a pelear la mirada o la atención con nadie, saben que tienen a sus papas pendientes de ellos.

Cómo desde tan pequeños nos damos cuenta, dónde y con quién portarnos bien o mal, ser más amables o más caprichosos, cómo nuestro cerebro puede diferenciar esas cosas ya a las 4 años y convertirnos en unos pequeños pero irresistiblemente manipuladores.

Espero que para el segundo bimestre las cosas sigan igual porque yo ya no me peleo con Cata en casa para que pinte sin salirse de los márgenes o dibuje mejor o use las piezas del rompecabezas como platos de comida para sus ponys la casa será su eterno recreo.