Cuando recién me case estaba trabajando bastante, le
decía a mi esposo: ahorremos, vamos a comprar un departamento y luego pensemos
en niños, en realidad no sentía la urgencia de tener hijos, a veces pensaba que
no los quería, luego cuando no salía embarazada tenía sentimientos muy
dispersos, me decía a mí misma que era lo mejor; que con mi carácter y mi
trabajo no iba a poder cuidar un niño, pensaba que no era la voluntad de
Dios y me preguntaba cuando seria el momento de ser mamá. Luego mi cabeza
daba un vuelco y cambiaba de opinión. Creo que cuando estamos en
tratamiento de fertilidad sicológicamente estamos tan vulnerables que nos
escudamos y nos cerramos a la realidad o pensamos, por lo menos yo, en lo peor.
Pasados 6 años, mi cuerpo estaba hormonalmente fuera de
si y llego el momento en que dije: si en este in vitro no nos embarazamos ya no
mas, no soporto esto, mi esposo estuvo de acuerdo y cuando el resultado fue
negativo dejamos todo. Ahí nació una necesidad en mi interior de dar más
amor. Si mi esposo y yo habíamos superado juntos todos estos años,
debíamos ser lo suficientemente fuertes para cuidar, amar y educar a un hijo
y en ese momento decidí tener un hijo, lo necesitaba, soñaba con él, ahora
tenía que pasarle esa necesidad a mi esposo.
Visitamos un hogar de niños por varios meses, en ese
lugar vimos la realidad de nuestros pequeños abandonados, estos angelitos se
pegan a los visitantes y te llaman mamá, papá, hubo una niña como de 3 años que
se abrazo de la pierna de mi esposo y no lo soltaba, no hablaba la pequeña pero
en su miraba había una especia de fe, esperanza, tristeza y decepción a la vez
que te rompía el corazón.
Ahí aprendimos a cargar, cambiar pañales, bañar y dar de
comer a niños muy pequeños y algunos más grandes, te das cuenta de que eres
insignificante y que no vales nada al lado de la fuerza de espíritu de estas
criaturas que ante toda la adversidad siguen sonriendo y jugando, nos
dimos cuenta que el amor que les dábamos los alegraba, cuando jugábamos
con ellos nosotros nos sentíamos felices y satisfechos, es un sentimiento muy
grato de amor, nos sentíamos útiles y nos unimos más, nuestro amor se
hizo más fuerte.
Fue ahí que decidimos adoptar.
efase.