miércoles, 28 de agosto de 2013

La decisión de adoptar


Cuando recién me case estaba trabajando bastante, le decía a mi esposo: ahorremos, vamos a comprar un departamento y luego pensemos en niños, en realidad no sentía la urgencia de tener hijos, a veces pensaba que no los quería, luego cuando no salía embarazada tenía sentimientos muy dispersos, me decía a mí misma que era lo mejor; que con mi carácter y mi trabajo no iba  a poder cuidar un niño, pensaba que no era la voluntad de Dios y me preguntaba cuando seria el momento de ser mamá.  Luego mi cabeza daba un vuelco y cambiaba de opinión.  Creo que cuando estamos en tratamiento de fertilidad sicológicamente estamos tan vulnerables que nos escudamos y nos cerramos a la realidad o pensamos, por lo menos yo, en lo peor.

Pasados 6 años, mi cuerpo estaba hormonalmente fuera de si y llego el momento en que dije: si en este in vitro no nos embarazamos ya no mas, no soporto esto, mi esposo estuvo de acuerdo y cuando el resultado fue negativo dejamos todo. Ahí nació una necesidad en mi interior de dar más amor.  Si mi esposo y yo habíamos superado juntos todos estos años, debíamos ser lo suficientemente fuertes para cuidar, amar y educar a un hijo y  en ese momento decidí tener un hijo, lo necesitaba, soñaba con él, ahora tenía que pasarle esa necesidad a mi esposo.

Visitamos un hogar de niños por varios meses, en ese lugar vimos la realidad de nuestros pequeños abandonados, estos angelitos se pegan a los visitantes y te llaman mamá, papá, hubo una niña como de 3 años que se abrazo de la pierna de mi esposo y no lo soltaba, no hablaba la pequeña pero en su miraba había una especia de fe, esperanza, tristeza y decepción a la vez que te rompía el corazón.

Ahí aprendimos a cargar, cambiar pañales, bañar y dar de comer a niños muy pequeños y algunos más grandes, te das cuenta de que eres insignificante y que no vales nada al lado de la fuerza de espíritu de estas criaturas que ante toda la adversidad siguen sonriendo y jugando, nos dimos cuenta que el amor que les dábamos los alegraba, cuando jugábamos con ellos nosotros nos sentíamos felices y satisfechos, es un sentimiento muy grato de amor, nos sentíamos útiles y nos unimos más, nuestro amor se hizo más fuerte. 

Fue ahí que decidimos adoptar.

efase.

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